lunes, 27 de agosto de 2018

Menús de boda e intolerancias


¡Hola a todos!

Hoy vengo a hablaros sobre mi asistencia a la boda a la que me negaba a ir y en parte, no ya solo por los motivos que os indiqué en la anterior entrada sino porque sabía que lo pasaría mal en cuanto al tema de la alimentación. Os cuento lo que pasó…

Cuando nos fuimos a sentar a comer, pusieron dos entrantes. Uno de ellos llevaba nata y queso, por lo tanto, sabía que es algo que no puedo comer y decidí comer lo demás que si que podía. El problema fue mayor con el plato principal, carne con puré de patatas al que también le habían añadido nata y queso.

El primer plato, tenía un pase porque podía comer de lo demás pero del plato principal ¿qué cómo? Si era el trozo de carne bañado en el puré, solo quedaba sin tocar la parte de arriba de la carne y me negaba a comerme la mitad del trocito de carne y que a los novios le cobrasen el menú entero cuando ni si quiera lo podía disfrutar.

Evidentemente, los postres son los que mas “papeletas” tienen de que contengan leche, nata, mantequilla… así que es algo que no me cogía de sorpresa puesto que es más común y contaba con ello desde el minuto cero. El postre era como una minitarta de nata bañada con chocolate y mermelada (una mezcla un tanto rara para mi parecer).

Lo siento, pero estaba harta de tener que callarme y la mayoría de invitados de mi mesa me miraban con malas caras e incluso se atrevieron a preguntarme que si no comía la carne porque era vegana (¿?), pregunta que sobraba ya que me habían visto comer jamón en la recepción de la boda…

Fui a hablar con los novios y decidí exponer mi problema alimenticio ante ellos y muy amablemente (algo que agradezco) se ofrecieron a hablar con el maitre para que me pusieran un menú adecuado a mis necesidades: filete de pollo con patatas y un postre de mousse de avena. A lo que mi cara no sabía si era mejor o peor de ver un menú tan pobre…pero al menos pude comer algo.

Llegó el momento de respirar profundamente y sacar todo mi cabreo acumulado comenzando mi discurso: Nadie tiene ni puta idea de lo que es esto, que tengas que venir a una boda y que no puedas comer nada más que jamón, gambas y pan porque hayan decidido ponerle queso, nata, mantequilla, leche y lácteos de mierda a todas las comidas del menú porque es lo que está de moda sin darse cuenta que hay gente que no podemos comer esos menús. Te dedicas a leer la carta (lei la carta) y al final ¿Qué coño comes? ¡NADA!

Desde aquí les doy las gracias a las tres personas de mi mesa que me daban la razón y aplaudieron mi discurso. Reconozco que debería de haber avisado de mi problema y me indicaron que el menú hubiera sido el mismo: un filete de pollo con patatas. Considero que tampoco hubiera estado mal por parte del catering, el dejar algunos platos de carne sin puré que es otra opción para que no tengamos que sentirnos tan diferentes al resto de comensales.

A parte del aviso, creo que debería de ser ya más normal encontrar en bastantes sitios menús preparados para cualquier tipo de intolerancia. Por ejemplo, en la cena del tren ya me tenían preparada la bandeja bien plastificada para que no hubiera ningún tipo de contaminación cruzada, puesto que el menú de los demás también contenía queso y lácteos.

Después de mi suceso, os dejo una pregunta, ¿Merece la pena acudir a una boda para comer un triste filete de pollo con patatas, llevarte un mal rato con la comida y lo peor de todo, ser la protagonista de todas las miradas de la mesa y aguantar semejantes preguntas? Lo siento, pero si puedo evitar el acudir a este tipo de eventos, lo agradeceré.

Por último, recordar que aunque seamos intolerantes o alérgicos a cualquier alimento, también somos personas y tenemos derecho a poder disfrutar de los eventos sin que se nos mire como a bichos raros. Aprovecho nuevamente para reivindicar, una vez más, mi guerra personal contra los lácteos desde hace ya dos años. #vidasinlacteos


¡Un saludo a todos!


 
 

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