martes, 17 de julio de 2018

Reflexiones de bodas...


¡Hola a todos!

Primeramente, llegas ya a un punto de tu vida en el que ves cómo la gente que te rodea, especialmente amigas, que tienen casi tu misma edad, deciden tener hijos o casarse, y que los temas de conversación con ellas hagan referencia a esas dos condiciones, eres consciente de que empiezas a hacerte mayor…

Si bien en entradas anteriores os hablaba de los futuros bebés que habían tenido y tendrán amigas, conocidas y familiares, hoy os vengo a hablar de la supuesta “ceremonia previa” que normalmente hace la gente antes de tener hijos, la boda (más bien, de las bodas en general).

Os comento la situación que tengo a día de hoy. A mitad de agosto hay una conocida que se casa y dejó entrever que quiere que acuda a su boda, pero a día de hoy, no he recibido invitación (cosa que me da esperanza para no ir), pero a medida que van pasando los días, mis amigas y, también, conocidas de esta chica, me han comentado que ya han recibido su invitación.

Primero, lo más importante, que hay que saber diferenciar entre conocida y amiga. Para mí, una conocida es una persona que has visto 2 veces en 4 años, por ejemplo, con la que ni si quiera has intercambiado mas allá de un “hola”. La palabra amistad y considerar a una persona tu amiga, es saber que esa persona va a estar contigo pase lo que pase.

Total, que partiendo de esa forma con la que veo la amistad, considero que realmente me está invitando a la boda por lo que lo hace mucha gente desgraciadamente: el aparentar que ha invitado a su boda a 500 personas (por ejemplo) y tener que ir presumiendo de lo que tiene (o no tiene) porque sabemos que la gente es así, se basa en apariencias.

A mí me parece estupendo que la gente sea feliz gastándose (lo que sea) en un traje que solo te pondrás una vez en tu vida, en unas fotos y un vídeo que se quedarán en un armario de tu casa, en alquilar un autobús, catering, salón, etc… para invitar a la gente a su boda, pero a mí no me produce ninguna felicidad el hecho de hacerlo así. Cuando realmente lo principal y lo que pretendes es firmar un papel con la persona que quieres, todo lo anterior es secundario.

Tema aparte, prefiero dejar el tema de la iglesia y de los juzgados, más que nada porque conozco a gente que se ha casado por la iglesia por obligación de terceras personas en el sentido de por no decepcionar a sus familiares ultra católicos, algo que me parece un poco feo. Tampoco hay que casarse por tener que complacer a los demás, en el siglo en el que vivimos, tenemos que tener un poquito de más personalidad y libertad…

Tengo que confesaros que yo, como habéis podido comprobar, muy partidaria de bodas no soy y de acudir a ellas menos todavía. Me parece que es un “engorro” el tener que comprarte un vestido, zapatos, bolso… me aburre demasiado y el tener que ir a una boda a solicitar un menú especial, por no hablar ya del dinero que le tienes que dar a los recién casados por el hecho de invitarte…

La verdad, que para la boda de este año, me lo estoy pensando bastante, ya que me ha cogido con poco más de un mes de antelación y no le veo el lado bueno por ninguna parte, por no decir que mis amigas tampoco comprenden su invitación… y que tampoco tienen ganas de ir. Veremos a ver qué sucede porque todavía quedan 4 semanas y mantengo la esperanza de que siga sin llegarme la invitación oficial…

¡Un saludo a todos!

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