¡Hola a
todos!
Sé que hace
algunos meses que no me pasaba por aquí a escribir nada, pero sabéis que
normalmente no tengo tiempo por tema laboral, aún así me encanta saber que
habéis estado leyendo las entradas anteriores y que, a pesar de que no publique
nada, seguís leyéndome. De verdad que mil gracias por perder un poquito de
vuestro tiempo en mi blog.
Ya sabéis que
aparte de comentar libros, series, películas, cosas de cosmética, etc… Siempre
me ha gustado dar mi más sincera opinión sobre las cosas que me parecían o que
me iban sucediendo asique en la entrada de hoy, os traigo una opinión de una
situación personal que me ha ido surgiendo en estos meses y que me parece interesante
comentar con vosotros. También que me dierais vuestra opinión y si habéis
tenido experiencias similares.
Todo comienza
porque este verano decidí mudarme a vivir a casa de mi chico y pensaréis que
igual era demasiado pronto porque llevábamos solo 3 meses de relación, pero me
apetecía mucho vivir esa experiencia en mi propia ciudad y que me encanta estar
con mi pareja todo el tiempo posible asique me lancé a la piscina y me fui con
él. Hasta ahí todo perfecto, pero mi chico (dueño de la casa) comparte piso con
una chica (su alquilada) y, antes de seguir con mi relato, permitidme un
consejo y es que si estáis bien en una relación por mucho que os veáis apurados
de dinero, jamás compartáis piso con una tercera persona y me da igual que sea
chico o chica ya que siempre se ha dicho que dos son compañía y tres son
multitud, algo que os puedo confirmar perfectamente.
Siguiendo con
mi relato, mi llegada a la casa fue escalonadamente, es decir, al principio
quedamos que solo iría los fines de semana para que la alquilada no se sintiera
incómoda con mi presencia según las palabras de mi chico (algo que no puedo
comprender a día de hoy), pero por respeto hacía mi pareja decidí aceptarlo.
Durante ese tiempo, la alquilada aparecía por casa con amigas suyas y chicos
sin avisar, incluso se quedaban a dormir en varias ocasiones y nunca se le dijo nada a
pesar de que en su contrato se le indicó que no hiciera fiestas, ni llevara a
mucha gente a casa y que si lo hacía, tendría que avisar, etc…
Unas semanas
más tarde, me quedaba a dormir algunos días de diario a petición de mi chico y
así hasta que en septiembre decidimos conjuntamente que nos apetecía irnos a
vivir juntos. Omitimos esa información a la alquilada ya que entendimos que mi
chico, como dueño de la casa, no tiene por qué dar explicaciones a su alquilada
de lo que hace o deja de hacer en su vida personal y ahí es cuando empezaron a
surgir los primeros encontronazos con la alquilada (No bajaba la basura, se
comía cosas nuestras de la nevera, utilizaba los detergentes y suavizantes de
la lavadora, se dejaba días y días los platos sin fregar a ver si el bueno de
mi chico se los fregaba, nunca limpiaba el baño ni la casa (siempre lo hacíamos
mi chico y yo), la limpieza de la placa de horno que utilizaba ella más que
nosotros nunca lo hacía, se dejaba los pelos en el desagüe de la bañera sin
limpiar, etc…). Una “maravilla” de compañera de piso.
Un día, la
alquilada le envío un audio a mi chico diciéndole que yo molestaba en casa y
que hacía mucho gasto en luz y agua y que eso ella no iba a permitirlo, que si
yo entraba en casa que los gastos se tenían que dividir entre tres. Imaginad mi
cara cuando mi chico me pone el audio y… ¿Sabéis qué pasó? Que mi chico por no
entrar en discusiones con ella aceptó su propuesta. En ese momento sí que
sentía que igual me había equivocado yéndome a vivir con él, pero lo cierto es
que la convivencia con él era muy buena hasta que acabamos hablando siempre de
esta tercera persona en discordia y de lo que pasaba con ella en casa.
Analicemos
esta situación. Mucha gente me dice que me tengo que poner en el lugar de ella.
Vale, intento ponerme en el lugar de ella, pero yo no tengo la cara dura de
decirle al dueño de la casa donde vivo como tiene que hacer las cosas en su
casa porque a mí no me guste como estén funcionando allí porque como yo pago,
yo exijo y me creo con más derechos que el dueño y que su novia de hacer y
deshacer a mi antojo. Sí, porque así es como funciona esta chica… Se piensa que
por tener la obligación de pagar el alquiler de una habitación, tenemos que
comprarle el suavizante de la casa, la comida, limpiarle los platos, fregarle
la casa y el baño siempre que ella lo necesite, dejarle todos los utensilios de
la cocina, comprarle el papel y el jabón del baño… ¡Que la casa no es un hotel
donde nosotros somos los trabajadores y ella la clienta que paga para que se lo
hagamos todo!
Reconozco que
a veces me he sentido como si tuviera una hija, que podría ser el caso, pero no
lo es porque ella tiene 8 años más que yo y se comporta mucho peor que yo, como
una adolescente de 15 años que la da igual absolutamente todo y que se lo
tenemos que hacer todo como si fuéramos sus padres, cosa que yo no estoy
dispuesta a permitir. También era bastante incómodo estar cenando en el salón
en pijama y ver aparecer a gente que no conocías de nada por allí y te da rabia
porque no puedes decirla nada a ella, pero si a tu pareja.
Duele ver cómo,
aparte de eso, la alquilada le hacía cruasanes para merendar a tu chico, le
esperaba en casa cuando venía de trabajar por las tardes con una gran sonrisa,
que aproveche para hablar con él en la cocina mientras tú te duchas y escucharla
decir que quien era él para llevarme a mí las maletas que nos había visto pasar
desde el bar de debajo de la calle, le preguntaba continuamente por los planes
que él hacía o dejaba de hacer conmigo los fines de semana o mismamente que
cuándo me instalaría definitivamente en casa y al final te lo acabas tragando porque
cada vez que le has expuesto todo lo anterior a tu chico, éste piensa que TODAS
las mujeres somos problemáticas las unas con las otras y que él no quiere ni
ponerse a mi favor ni al de ella, algo que evidentemente no me hace gracia
porque considero que una pareja es para apoyarse en lo bueno y en lo malo y si
eso no va a ser así, es mejor que se dejen las cosas claras desde un principio.
Afortunadamente,
la alquilada nos ha indicado que en febrero va a abandonar la casa porque,
según ella, estaba acostumbrada a vivir sola y que se le hace muy dura la
convivencia con otras personas… Sí, os podéis reír, dura cuando no hace
absolutamente nada y siempre mi chico la ha fregado el baño y limpiado los
platos a su disposición hasta que he ido entrando yo poco a poco en casa y son
cosas que yo me he negado a hacerla desde que llegué en septiembre y eso es
algo que ella no acepta asique ha asumido que una de las dos se tiene que
marchar de allí y no soy yo.
Solo nos queda
llenarnos de paciencia para que pasen estos meses lo antes posible y que
podamos encontrar más paz y equilibrio en la convivencia sin ella porque ya os
digo que es mi primera experiencia compartiendo piso y seguramente sea la
última. Ya no es cuestión de que cada uno sea más o menos egoísta con sus cosas,
es cuestión de tener respeto por las cosas de los demás y de mostrar la
educación que te han dado tus padres si es que te la han enseñado porque yo, en
este caso y con su comportamiento, lo dudo mucho.
Lo comentaba
con una de mis amigas y me decía que ella había compartido piso en Córdoba
durante un año y que fue el año más largo de su vida (XD). Me contaba cosas
como que aquella se dejó las llaves puestas por dentro y llegó ella de trabajar
y hasta que la otra no se levantó de la siesta no pudo entrar en casa, que se
paseaba en ropa interior delante del novio de mi amiga, que nunca le ofrecía
para comer mientras que mi amiga si y aquella no se negaba, etc…
Lo único que
os puedo decir es que si pensáis alguna vez en la vida que el hecho de
compartir piso es absolutamente maravilloso porque no vives en la misma casa
con tus padres, creo que estáis bastante equivocados. Yo prefiero vivir en casa
con mis padres o solo con mi pareja antes que irme a compartir piso con
desconocidos y que surjan este tipo de situaciones.
PSDT:
Intentaré estar más activa en el blog. Mil gracias por leerme.
¡Un saludo a
todos!