¡Hola a
todos!
¡Feliz año
nuevo! Ha pasado ya un mes desde la última entrada del blog… siento mucho no
poder escribir tanto como me gustaría pero como ya comenté en la entrada
anterior, entre mi vida laboral y la personal, no tengo mucho tiempo para
dedicarme al blog y mucho menos para poder leer y recomendaros libros como me
gusta.
Por lo tanto,
en este 2018, seguiré subiendo entradas al blog sobre diversos temas (como he
estado haciendo en las últimas entradas) pero con el propósito de que al menos
una vez al mes tengáis una entrada nueva. Desearos que tengáis un gran 2018 y
que os siga gustando mi blog aunque no todas las entradas sean de lectura.
Aprovechando
en las fechas en las que estamos, me gustaría dedicar esta nueva entrada del
blog a hablar sobre las fiestas navideñas.
Generalmente,
desde hace ya algunos años, odio el invierno, el frío y este tipo de
festividades. Será que a algunas personas ya no nos parece tan divertido como
cuando éramos pequeños, o porque hemos perdido el “espíritu de la navidad”, o
porque realmente es una mezcla de todo, pero lo cierto es que cada año que
pasa, tengo menos ganas de que lleguen estas fechas.
Primero, por
el tema de las felicitaciones, porque ves cómo todavía hay gente que ni te hace
caso el resto del año y se atreve a mandarte una “falsa” felicitación navideña
con sus mejores deseos, algo que no deja de sorprenderme y más si se tratan de
personas que hace ya tiempo decidiste “olvidar” o porque son personas que
simplemente, por los motivos que sean, no están contigo el resto del año, que
ni te llaman, ni te escriben, ni se preocupan… En otras palabras: odiar la
falsedad de la gente.
Segundo, los
regalos de Reyes. Para mí, me resulta un tema bastante complicado todos los
años porque a la hora de elegir los regalos para gente adulta siempre tienes la
típica pregunta de ¿Le gustará? Nunca sabes qué comprar… Al final te acabas
comiendo la cabeza por querer agradar a todos, aparte, que cuando empiezas a
tener una familia tan amplia, llega un momento en el que llegas a una
conclusión: que lo mejor es regalar solo a los pequeños de la familia, que al
fin y al cabo, creo que ellos son los que más disfrutan de estas fechas abriendo
regalos y no te van a decir: “me ha encantado” cuando ves que su cara dice lo
contrario...
Que para los
que recibimos regalos por parte de amigos y familiares, también la cosa está
complicada porque, en muchas ocasiones, la mayoría nos vemos “obligados” a
decir que nos gusta lo que nos han regalado aunque no nos guste, solo por no
ver que tu tía favorita, tu hermano o tu primo se llevan una decepción por
decirles que su regalo no nos ha gustado. Habrá gente que piense que lo bonito
es el detalle de que se hayan acordado de ti, pero si a mí me van a regalar
algo que no me va a gustar, prefiero que nos ahorremos el mal trago ambas
partes: la persona por gastarse dinero en algo tontamente y yo el tener que mentir y decir que me gusta algo cuando no…
Tercero, las
comidas de navidad. Es algo que me viene resultando algo complicado estas dos
últimas navidades por la intolerancia, ya que tienes que andar preguntando a
tus familiares donde han comprado las cosas o como han hecho las recetas (cosas
que no deberías) y que no asimilan que no podemos comer sin miramientos. Que
tenemos que tener cuidado, como en mi caso, de no comer lácteos (la mayoría de
postres, el queso, la leche) o de muchas otras cosas que vienen empaquetadas y
que llevan la lactosa como conservante, que todavía hay gente que no está
concienciada de estas cosas como los que lo padecemos.
Siempre es
bueno reencontrarse con la familia todos los años, pero seguro que en más de
una cena/comida tenéis a los típicos primos “contentillos” haciendo el canelo
por casa para divertir al resto, a los típicos cuñados que se ponen a discutir
de tonterías, a tus primas haciéndose veinte millones de selfies, a tus tías
insistiendo para que pruebes sus degustaciones… pero lo peor de todo, es ver
como tus abuelos año tras año tienen menos ganas de pasar Nochevieja en familia,
mirarles a la cara y notar que se les va apagando la vida, es la peor sensación
de cada navidad. Quizá, es otra de las razones por las que no me gustan estas
fechas.
Solo espero que
vosotros estéis disfrutando de estas fechas con la familia, que regaléis y os
regalen muchas cosas (que os gusten) y que vuestros propósitos (realistas) se cumplan
para el año 2018. Mientras, yo espero que en este 2018, aparte de seguir con mi trabajo y con mi familia, pido que las industrias alimentarias cambien muchos conservantes, que nos hagan más variedad de productos para todas las personas que sufrimos de algún tipo de intolerancia y que todos podamos comer más sanamente, que si no tenemos salud, no tenemos nada.
¡Un saludo a
todos!
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