miércoles, 6 de julio de 2016

El arte de no amargarse la vida

¡Hola a todos!
Como pienso que, a veces, es bueno leer libros de autoayuda aunque no los necesitemos en estos momentos, nunca sabemos cuándo nos vamos a encontrar en situaciones parecidas a las que este tipo de libros relatan, por lo tanto, pueden ser de una gran ayuda en un futuro. He querido leerme “El arte de no amargarse la vida” de Rafael Santandreu.
El libro está dividido en tres partes. En la primera parte, en algunos capítulos, explica un poco la psicología y los problemas y las creencias absurdas que la gente tiene, donde te relata sus experiencias con pacientes de verdad para que veas el ejemplo de cómo ha intentado solucionar sus problemas y en otros capítulos relata historias ficticias donde se puede ver claramente el ejemplo de lo que está explicando. Hay ciertas cosas que el relata en esta parte del libro con las que no estoy de acuerdo como por ejemplo, si las personas tienen complejos, que se curan yendo a un psicólogo y no a un cirujano porque es una creencia absurda que los pacientes tienen, denominándolos “enfermos mentales”. Creo que cada uno es libre de tener los complejos que tenga y superarlos como buenamente pueda, ya sea por sí mismos o yendo a cirujanos y no tenemos porque juzgarlos. También te explica que es posible cambiar la forma de ser, que lo único que importa es tener las necesidades básicas cubiertas y que lo demás no importa y esas cosas que te indican los psicólogos con las que yo no estoy muy de acuerdo.
En la segunda parte del libro, trata de los métodos que sigue para superar las situaciones que te describe, sobretodo, de la terapia cognitiva, que cree que es el método más aconsejable para superar los miedos o los traumas, es decir, las terapias donde el doctor se reúne con el paciente, donde éste explica lo que le sucede y el doctor se pone a deducir lo que puede tener y le da soluciones a su problema. A parte, también hace referencia a la “necesititis”, que es todo aquello que realmente deseamos tener pero que no necesitamos ni es vital para poder seguir viviendo. Se limita a decir que si tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, es decir, dormir, comer, beber y respirar, que lo demás es secundario y que no aporta la felicidad, cosa que no estoy muy de acuerdo, ya que vivimos en un mundo que necesitamos algunas cosas materiales para vivir como por ejemplo una casa o un trabajo. Se dice que el dinero no da la felicidad pero en este mundo tan consumista, ayuda. También hace referencia al termino “terribilitis”, que es todo aquello que aunque sea una tontería, le damos más importancia de la cuenta, pensando que lo que nos está pasando es terrible. De esta parte, el capitulo más entretenido es cuando describe las vidas de Stephen Hawking y de Christopher Reeve, que para él no son ejemplos de superación sino ejemplos de cómo estando postrados en sillas de ruedas, eran felices. Para mí, sí que son un ejemplo de superación, sobretodo Stephen Hawking, que ya teniendo esa enfermedad tan horrible, fue capaz de seguir estudiando y de desarrollar la teoría del Big ben.
En la tercera parte del libro, te habla un poco de todo, del miedo a la soledad, del aburrimiento, de las decisiones que tomas en la vida, de ignorar a las personas que te insultan, de las amistades y de los que nos puede aportar cada una de ellas, pero lo que más me ha llamado la atención es la forma de ver las relaciones de las parejas que conviven juntos. Resulta que si por ejemplo, se ponen de acuerdo en que él sea el que tire la basura y no lo hace, en vez de exigir, tenemos que sugerir que lo haga pero que si no lo hace, tendremos que decirle que lo queremos igual. Bajo mi punto de vista, si a esa persona le dices que aunque no baje la basura, le vas a querer igual, esa persona se va a seguir comportando igual y no va a hacer nada por cambiar su comportamiento para alegrar a su pareja. Vuelve a insistir en que el trabajo no es necesario porque podemos beber de fuentes de agua gratuitas o comer de contenedores cuando cierran los supermercados y deciden tirar la comida a la basura, por lo tanto, la comida también se puede conseguir gratuitamente y podemos tener nuestras necesidades básicas cubiertas. Recalca que tampoco necesitamos coches, ni electrodomésticos, que los tenemos por puro placer, cosa que no estoy de acuerdo, los tenemos porque vivimos en esta sociedad, si viviéramos en un bosque perdido de la mano de dios, igual sus pensamientos tendrían algo más de sentido, pero en este mundo no. Propone que hay que hacer las cosas por disfrute, no por obligación, algo con lo que estoy de acuerdo.
Una de las cosas con las que no estoy de acuerdo, es cuando una paciente le plantea que qué haría si tuviera una depresión incurable a causa de un virus que ni con antibióticos se curara, su respuesta es que se iría de viaje a la India. Creo que no es real esta situación porque la mayoría de personas que he conocido y que han tenido una depresión bastante grande, se negaban a salir de su casa y hasta de su habitación, por lo tanto, su respuesta no me resulta creíble. Tampoco me parece correcto que le diga a una paciente que si sus pacientes se suicidan, a él no le importaría para nada. Si yo estuviera en su lugar, fuera psicóloga y mi paciente se suicidara, quizá tendría que hacerme mirar mi forma de hacer terapia con los pacientes, ya que igual los métodos que he utilizado no han sido los correctos y evidentemente, sí que me importaría el perder a una paciente, no solo económicamente, sino porque creo que los psicólogos también aprenden de los pacientes, a parte de los ratos que has compartido con ellos en la consulta y les has conocido más personalmente.
Sé que mi crítica del libro es muy dura, me callo muchas cosas que me gustaría decir pero por respeto, no lo hago, y mucho más duras me han parecido otras muchas cosas de las que he leído en este libro y que tampoco he puesto aquí. No sé muy bien si, con este libro, pretendía ayudar o destruir a las personas. En cualquier caso, tenía en mi mente leer su otro libro “Las gafas de la felicidad” pero viendo la forma de ser que tiene y las barbaridades que expone en este libro, se me han quitado las ganas de seguir leyendo a este señor por no llamarlo de otra forma. Definitivamente, si tuviera alguna enfermedad como una depresión, no acudiría jamás en la vida a la consulta de esta persona.
¡Un saludo!

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