¡Hola a
todos!
En la entrada
de hoy, os traigo mi opinión personal sobre mi experiencia trabajando solo tres meses en una asesoría. Os voy a contar
todo el proceso completo, desde mi principio hasta mi final…
Primeramente,
durante el proceso de recuperación del accidente, para no tener la cabeza todo
el día pensando en lo que me había sucedido, la mejor manera que se me ocurrió
para despejarme fue estudiar un curso intensivo sobre presentación de impuestos
en CONTANIIF FORMACIÓN. Cursos completamente presenciales, económicos, con
pocos alumnos donde casi se puede decir que tienes al profesor prácticamente a
tu disposición para cualquier duda o sugerencia a través de su e-mail y ya no
solo eso, sino que son muy completos donde te enseñan lo que más se va a dar
laboralmente en las asesorías. Muy recomendable.
Pues gracias
a este curso, conseguí el trabajo en una asesoría, algo que ya llevaba años
planteándome asique decidida acudí a la entrevista con la empresa. Recuerdo
que, cuando llegué allí, estaba un poco aturdida porque veía mucha gente en ese
sitio y pensé que sería una buena empresa. Me hicieron esperar hasta que vino
el jefe de la empresa y me llevó a su despacho. Cuando entramos allí, me
pareció agradable, pero a medida que me iba preguntando cosas y que aquella
charla se extendía, le comencé a notar muy nervioso, dudaba sobre tema
salarial, no lo tenía muy claro, no le salían las palabras, se atragantaba
constantemente… pero a final de la entrevista me dijo que si podía empezar el
lunes de la siguiente semana (ese día era martes).
¿Qué imagen o
qué sensación os trasmite a vosotros una persona que es jefe de una empresa y
tiene esos comportamientos ya en la primera entrevista? Yo, sin dudar, sin
nerviosismo alguno, acepté la propuesta porque me quería superar a mi misma y
sabía perfectamente que podía hacer este nuevo reto que me había propuesto,
pero salí de allí con la sensación de que me estaba equivocando de sitio, pero no
de empleo porque infinitamente me gusta lo que hago, ser contable desde hace
muchos años y mi meta es progresar para ser fiscalista.
Las dos
primeras semanas fueron positivas para mí porque ellos se empeñaban en
enseñarme cosas que yo ya sabía perfectamente y que no eran ningún misterio. Me
trataban como si yo no supiera nada y acabara de aterrizar en este mundo
haciendo comentarios despectivos tipo “Es que los que trabajáis en empresas y
no en gestorías no tenéis idea de nada” pues me dolía y quería callarles la
boca. Tenía que aprender un nuevo programa, pero tampoco me resultó difícil
porque ya he trabajado con varios programas y al final con diferentes botones o
distribución, pero todos tienen el mismo funcionamiento: la contabilización de
las cuentas contables.
A mitad de la
tercera semana, todavía en periodo de prueba, yo veía que aquello no me
terminaba de convencer, insisto, no porque no me gustase el trabajo, pero el
ambiente era raro, seguía sin comprender tantas personas en la misma planta con
las que apenas tenías un hola y adiós hasta que me di cuenta de que aquello era
la nueva moda de los cooworking.
Alquilarte una o varias oficinas en un sitio para hacer el trabajo asique
imaginaos que allí pues te juntabas con mucha gente al día sobre todo en la
hora de la comida que era cuando más podíamos coincidir en las zonas de comedor
del cooworking, algo que no me gustó
nunca. Tampoco me gustaba que estuvieras concentrada haciendo tu trabajo y la
gente pasara continuamente por los pasillos del coworking retumbando el suelo como si estuvieras en un avión o que
se les oyera las conversaciones por los pasillos a los de las otras empresas.
Es un punto bastante negativo de estos sitios.
Llamadme
rara, pero el hecho de que también todos los viernes mi jefe nos trajera de
desayunar y parar de hacer el trabajo durante casi una hora o que mis
compañeras vinieran a la hora que les daba la gana y se iban cuando les daba la
gana mientras a mí se me dijo un horario y yo cumplía mi horario como he hecho
siempre, el hecho de llegar tarde y que no pase nada o no ir y que tampoco se
pida justificación alguna, etc… Este tipo de cosas no van conmigo, porque desde
que comencé a trabajar, lo siento mucho, pero el trabajo es trabajo y hay que
cumplir con ello desde la hora a la que empieces hasta la hora a la que te
marches. Este tipo de coaching
laboral, flexibilidad laboral o llamadlo como queráis, no encaja con mi forma
de ser porque yo soy una chavala súper seria en mi trabajo y estoy acostumbrada
a cumplir con horarios, con normas, con exigencias y no con este tipo de
libertades que igual quisieran muchos, pero yo no.
Terminó el
periodo de prueba y, evidentemente, lo superé con creces, me dieron un teléfono
y un portátil de empresa para atender y trabajar desde casa fuera de mi horario
laboral a los clientes que me habían proporcionado si lo necesitaba… Mi mente
se bloqueó en plan ¿Me estás diciendo que después de cumplir con mi horario
laboral, de terminar todas las tareas diarias que me exigís, pretendéis que
tele trabaje desde donde quiera? Pero claro, la pregunta solo se quedó en mi
mente y con mi cara creo que lo dije todo. ¿Qué me tenía que haber ido en ese
mismo momento de allí?
No quería
tomar una decisión en caliente, pero continué allí más que por ellos, por mí
misma porque me quería enfrentar a los temidos impuestos trimestrales y por
supuesto que me enfrenté. Una semana
antes del 20 de abril ya tenía a la mayoría de mis clientes terminados y
presentados (45 de 50) mientras mis compañeras alucinaban con mi capacidad
laboral (las callé la boca con lo del tema de dudar de la gente que venimos de
empresas y no de gestorías/asesorías) y me explicaban que no habían tenido a nadie tan
comprometido como yo, que no entendían porque la gente pasaba un mes/mes y
medio y se iban. Según ellas, esas personas no tenían ganas de trabajar, pero
la realidad es que eran ellas las que tenían muchísimo retraso y se excusaban
en que eran muchas empresas (tenían cada una las mismas que yo). Fueron dos
semanas durísimas en las que me obligaron, a parte de mi jornada, a quedarme
hasta las 9 de la noche (sin retribución económica) para sacar adelante el
trabajo de las VAGAS (no tienen otro nombre) de mis compañeras, os recuerdo que
yo con el mío ya había cumplido dentro de mi jornada laboral.
Yo siempre
pensaba lo mismo, si yo en mes y medio he sido capaz de poner al día las
contabilizaciones de 50 empresas que tenían totalmente abandonadas (esa era la
realidad) como ellas no eran capaces de hacer lo mismo llevando más tiempo que
yo… La respuesta era fácil, lo que os comentaba antes de la flexibilidad horaria
que llegaban y se iban cuando les daba la gana y podían desaparecer dos horas o
más sin explicaciones, los largos desayunos de los viernes y esas pequeñas horas
que se van acumulando, al final es mucho trabajo perdido… Pues señoras, no
pretendáis que la gente nueva que llegue os haga el trabajo que vosotras NO
QUERÉIS HACER y es que comprendo perfectamente a la gente que se ha marchado de
allí en cuanto ha visto vuestro percal… ¿Qué vosotras cumplís con el trabajo y
os queréis marchar cuando os venga en gana? Me parece perfecto, pero a mí, se
me caería la cara de vergüenza primero de solicitar a mi jefe que me traiga
nuevas personas porque no saco mi trabajo y segundo de saber que mi nueva
compañera tiene que hacer mi trabajo porque yo me largo y no quiero hacerlo…
Pues si ya os
parece fuerte esto, imaginaos mi cara cuando me dicen justo después de acabar
los impuestos que tenemos que poner al día casi 200 empresas de 2022… ¿Tenemos
o tengo yo sola que hacerlo mientras vosotras venís cuando queréis, estáis con
el teléfono, os vais a tomar café más de dos horas con los del cooworking, etc…? Perdonadme, pero mi
paciencia tiene un límite asique comenté con mi jefe que quería más
económicamente por todo lo expuesto y me dijo que le estaba pidiendo demasiado.
Me contuve para no decirle que él también me estaba pidiendo demasiado trabajo
por el mismo sueldo y como no les han gustado las verdades en la cara pues mi
bomba les ha explotado justo cuando tenían pensado cambiarme a otro
despacho (porque las últimas semanas me han hecho el vacío desde que yo fui
clara porque a más trabajo, más dinero, eso es así…). Casi sin mirarme,
despreciándome, sin valorar el trabajo que les he sacado adelante, etc… Pues
para que ellos se siguieran riendo en mi cara, decidí yo misma marcharme de
allí y, luego ya que se pongan a pensar porque la gente se larga de su empresa.
Si todos lo hacen, igual el problema está ahí dentro no con los que llegamos de
fuera a cumplir con nuestras mejores intenciones para ayudaros y solo os aprovecháis
de nosotros.
Me da risa
porque cuando él me dijo que quería que me marchara del despacho hacía el otro
despacho le dije que de eso quería hablarle que me marcharía, pero de la
empresa y se quedó igual de blanco que si lo hubieran lavado con Ariel. Cuando
fuimos a su despacho, el me dijo varias cosas:
1-Insistía en que le daba pena que me marchara porque soy muy buena
trabajadora, en que valgo mucho, en que tengo una capacidad laboral
extraordinaria, etc… y le dije con toda mi sinceridad: Yo sé perfectamente lo
que valgo laboralmente hablando, no hace falta que me lo digas, de no ser así
no me hubiera tirado trabajando 5 años para la misma empresa ¿no?
2-Tenía una gran preocupación por la imagen que se llevaría la nueva
fiscal a la que habían contratado si ésta veía que otra persona se marchaba de
su empresa. Me quedé con ganas de decirle que ese no era mi problema, era el
suyo que para eso es su empresa.
3-Se sentía dolido porque otra persona más se había tomado su empresa
como una empresa para estar temporalmente y no comprometerse con ellos. También
me quedé con las ganas de decirle que yo soy una persona que me había
comprometido con ellos hasta tal punto de quedarme las horas extras que me
pidieron durante las dos semanas previas en impuestos a cambio de nada, ninguna
retribución económica recibida por ello, solo las gracias por mi gran esfuerzo,
pero yo solo con las gracias no como.
La fiscal
entró y poco más y la ponen hasta una alfombra roja, cosa que conmigo no
hicieron porque yo venía de empresa y no de asesoría. Fui a devolverles el
ordenador que me dieron para tele trabajar y su respuesta fue que me fuera a mi
sitio para que la fiscal no se enterase de nuevas que yo me marchaba y que le
quitase el protagonismo a ella. Intentaron por todos los medios no dejarla sola para que no coincidiera conmigo y de repente en la hora de la comida coincidimos a solas en el baño. Le dije las verdades como puños y que ojala no se arrepintiera nunca de haber acabado en esa empresa, si total yo ya no tenía nada que perder y podía ayudar a que otra persona no volviera a pasar por mi misma situación.
Por lo tanto, para que se desprestigie mi carrera
laboral de esta forma, prefiero arriesgarme e irme donde realmente me sepan
tratar y valorar como a una persona merecedora de que yo me desviva
laboralmente hablando para su empresa, tal y como lo he hecho y lo haré
siempre. Porque otra cosa no, pero profesional soy bastante en mi vida laboral, algo que más quisieran muchas personas.
¿Qué si me
arrepiento de la decisión que he tomado? No sé lo que vendrá o no en un futuro
laboralmente, pero desde luego que no quería volver a vivir la experiencia
pasada, el hecho de aguantarlo todo hasta reventar. Cuando no tienes
experiencia pues tragas, pero teniendo ya el curriculum, la experiencia y la edad que tengo no estoy ya para
estas gilipolleces y mucho menos con gente que no se merece que yo trabaje para
ellos.
¡Un saludo a todos!