miércoles, 29 de julio de 2020

¡A soltar la rabia!

¡Hola a todos!

Sé que tengo bastante abandonado el blog, pero como ya sabéis, la época del año donde menos tiempo tengo para dedicarme al ocio es el verano, ya que mi trabajo depende de esta época del año y, aprovechando que os hablo de trabajo, os voy a contar un poco más sobre ello aunque no me gusta publicar muchas cosas, a veces, escribir en este blog me sirve para desahogarme del estrés diario o dar mi opinión sobre determinadas cosas así que… ¡Allá voy!

La gente que me conoce más personalmente sabe que trabajo en una empresa donde la única mujer soy yo. Llevo casi tres años trabajando con seis hombres, a los que en los últimos meses, se han sumado dos chicos nuevos más. Uno ya lo conocéis porque es “Antoñita la fantástica” (en anteriores entradas os cuento lo que sucedió con él), sí, ese chico que se inventaba películas e historias en mi contra y que, aunque os parezca increíble, actualmente se ha convertido en una de las mejores personas que he conocido en la vida e incluso os digo que ahora lo llamo “Señor Grey” y ha entrado en mi “friendzone” (cosas de la vida...) y, otro chico nuevo que ha entrado hace apenas dos semanas y del que no he tenido mucho trato ya que trabaja en un área diferente a la mía.

La verdad es que siempre he dicho que estoy encantada de trabajar “rodeada” de hombres porque no intentan competir contigo o demostrar que son mejores que las mujeres haciendo su trabajo, sino que me ayudan en todo lo que pueden y yo a ellos, haciendo que formemos un gran equipo juntos. No voy a negar que, a veces, los comportamientos que tienen (o tenemos todos) son un poco desquiciantes, sobretodo en esta época del año cuando tenemos más trabajo y tenemos que atender hasta la cifra de 300-400 pedidos diarios, algo que si no eres capaz de trabajar bajo presión, no vas a poder salir de esta situación de estrés en la que estás sometido diariamente.

Realmente mi desahogo, no viene por el estrés laboral ni mucho menos, viene porque, a veces, me cuesta comprender la mente y el comportamiento de algunos hombres (no quiero generalizar). Igual es un tema un poco delicado, pero me apetece exponerlo por si a alguien se le ocurre de qué manera me puede ayudar a entenderlo o a saber actuar ante determinadas situaciones ya que creo que uno de mis compañeros está pasando ciertos límites que creo que no se deberían de pasar y, evidentemente, acepto vuestros comentarios.

Os pongo en situación, todo comenzó cuando yo a finales de 2019 decido separarme definitivamente de la persona con la que había compartido los últimos casi cinco años de mi vida. Mi compañero de trabajo, al que vamos a llamar X, se entera de lo sucedido y me empieza a preguntar casi diariamente por cómo me encuentro y comienza a decirme que las separaciones son muy dolorosas y a darme consejos sobre qué es lo que tengo que hacer con mi vida una vez separada en plan: eres joven, seguro que hay muchos chicos que quieren estar contigo, deberías salir más, hacerte tinder, etc…

Llegó un momento en el que este chico se permitió el lujo de darme consejos sexuales y que yo, soy la primera que me tomo a broma muchísimas cosas, pero cuando ya te empieza a soltar frases en plan: “Como traigas los labios pintados de rosa, me estás tentando a que te coma la boca”, mi cabeza era una de: PERDOOONAAA!!??? Lo que realmente me dejaba alucinada no era ese tipo de frases sino que este chico fuera capaz de soltarme semejantes cosas a mí, a su compañera de trabajo y, por supuesto, considerándolo yo una gran falta de respeto a su novia (dato importante).

Ahí, no acaba la cosa, este chico, bajaba todos los días al baño justo en mi hora de entrar al trabajo cuando yo estaba dejando las cosas en mi taquilla de vestuarios y me encontraba sola. A veces, me tocaba el brazo o el hombro y os confieso que había días que sentía un poco de miedo y que no lo conté a nadie precisamente por el miedo a la reacción que él pudiera tener contra mí. También bajaba justo en mi hora de comer y, por suerte, siempre yo me encontraba acompañada por el famoso “motero” al que le tengo bastante aprecio, no solo por estar todos esos días sino porque entre él y yo nos contamos muchos secretos que solo nos confiamos entre nosotros y me encanta esa relación que tengo con él aunque el coronavirus nos haya alejado un poco de nuestras comidas juntos ya que, ahora, tenemos que comer cada uno solos en diferente horario y diferente salas (un poco rollo).

Y… ¡El día de “cantarle las cuarenta” llegó! Le dije que no me molaba la actitud que estaba teniendo conmigo que me sentía bastante incómoda ya que de su boca solo salían palabras relacionadas con el sexo constantemente y que me sentía acosada por su parte. También le recalqué que él tenía novia y que no podía ir por ahí tirándole los trastos a las tías (no solo a mí, mejor omito lo que sucede en las fiestas de empresa…), que tenía que guardarla un respeto y que si yo tuviera otra forma de ser, probablemente no pensaría tanto en su novia como hacen otras, pero otras son otras y yo, soy yo, y a las novias de mis amigos o compañeros si ellos se me insinúan, las debo un respeto, algo que creo que deberían de hacer la mayoría de las mujeres. Él entendió mi incomodidad y todo lo que yo le estaba exponiendo y, a partir de ahí, frenó el tema y las intenciones en seco, algo que agradezco.

Esto pasó en enero y, actualmente, hace una semana comenzó de nuevo con las preguntas sexuales y diciéndome que es algo natural y muchas cosas más. Al principio, me lo volví a tomar a broma pensando que el tema estaba ya más que zanjado ya que habían pasado bastantes meses, pero él ha seguido con el tema y yo le he contestado a las preguntas con respuestas ambiguas ya que me hace preguntas demasiado personales de mi vida sexual y que considero que, por mi forma de ser, no se le cuentan a cualquiera sino que los únicos que lo tienen que saber sois tú y la persona con la que hayas tenido, tengas o estés teniendo relaciones sexuales en ese momento. Que me parece estupendo que cada uno cuente lo que hace o lo que deje de hacer con otros en sus vidas sexuales, pero yo no soy así, lo siento. 

He vuelto a exponerle mi incomodidad sobre el tema a este chico y le me he negado en TODAS las ocasiones a las propuestas indecentes que me ha realizado y a él solo se le ocurre ir a “Señor Grey” (todos piensan que nos seguimos odiando, tenemos la amistad en secreto) y contarle las conversaciones que hemos tenido donde le indica que solo buscaba reírse de mí un rato para ver hasta donde yo podía llegar con él sexualmente, que él a su novia actual jamás le sería infiel (algo que no me creo ni de coña), pero que con las demás sí que lo ha sido (el que lo hace una, lo hace 500). También le ha comentado cosas bastante horribles sobre mi persona y, evidentemente, entre el chico X y “Señor Grey”, me creo más a “Señor Grey” porque sé que, por su forma de ser, él no es capaz de mentirme en algo así.

Lo que me da rabia es que, todavía, los hombres se puedan creer con derecho sobre las mujeres y que las puedan manejar a su antojo, que puedan hacer comentarios sobre la vida de una mujer o su forma de vestir o su comportamiento, etc… como si solo fuéramos un trozo de vagina donde ellos solo buscan satisfacerse sexualmente y sin sentimientos. Si una mujer es muy activa sexualmente ya le cuelgan el cartel de “es una cualquiera” y si es poco activa sexualmente es una “estrecha o una sosa”. Señores hombres (algunos) ¿Podéis dejar de catalogar a las mujeres por su comportamiento sexual, por favor? Las mujeres somos personas que tenemos sentimientos y que elijamos el estilo de vida que elijamos, no nos merecemos ser juzgadas por vosotros. ¡Ya basta! En mi caso, yo he elegido ser así y estoy muy contenta con mi vida y con mi forma de ser y no lo voy a cambiar por contentaros a los demás.

Y dicho esto, os prometo que la próxima entrada será de lectura. Necesitaba sacar mi rabia y espero que me entendáis.

¡Un saludo a todos!


domingo, 12 de julio de 2020

Lof Yu - "Dime que sí"


¡Hola a todos!
Primeramente, os pido perdón por no poder haber traído antes esta entrada, pero no he podido hacerlo por causas personales y laborales. Así que, aprovechando que hoy tengo un ratito, os traigo la segunda parte de la historia de “Las princess” de Lof Yu, titulado “Dime que sí”.
En este segundo libro, nos relata cómo Ana, Bea, Estela y Silvia, empiezan a cursar segundo bachillerato y cómo siguen sus vidas después de que tres de ellas continuaran la relación con sus estrenados novios y otra de ellas, tuviera que poner el punto y final después de estar dudando sobre sus propios sentimientos.
En ciertas partes del libro, lo he pasado mal por Ana porque sufre mucho más que en el primer libro sobretodo porque para ella, al igual que muchas adolescentes chicas, no es fácil tener que convivir con unos padres que tienen unos pensamientos demasiado antiguos sobre las relaciones sentimentales que empiezan a tener sus hijas con los chicos, haciendo que le tenga que ocultar este tipo de información a sus padres porque jamás la comprenderían.
Por otro lado, me ha gustado que Silvia, en esta segunda parte, descubra lo que es tener un primer amor y todo lo que eso conlleva, porque en la primera parte fue con la chica que más sufrí por lo mal que lo pasa por el hecho de no haber sentido lo que es eso mientras sus amigas sí, sintiéndose inferior a ellas aunque, antes de empezar la relación, se siente en un mar de dudas y no deja de pedir consejo a “Las Princess” para que la asesoren en este tema.
En cuanto a Estela, en el primer libro, odié bastante su actitud en general y en esta segunda parte, ha seguido igual. No me gusta el comportamiento que tiene con los demás y ni si quiera sé cómo el novio es capaz de aguantarla. Es la típica chica que le gusta ir llamando la atención de los demás o bien por su forma de vestir o por su forma de hablar intentado quedar siempre por encima de los demás, pero lo que más me ha repateado de ella es que va haciéndose la chula delante de sus propias amigas porque ella ha tenido más relaciones sexuales que ellas, algo que me parece penoso. Me ha parecido bastante odiosa y espero que en el próximo libro madure un poquito más…
Y, después, tenemos a Bea, con la que empatizas un poco en algunos aspectos de su relación con su novio aunque en muchos otros no, ya que resulta ser una novia de lo más celosa, haciendo que, en muchas ocasiones, te saque un poco de quicio su actitud, al igual que Estela, aunque, en otras ocasiones, seguro que todas/os hemos empatizado con ella y nos hemos visto con los sentimientos confundidos entre varias personas. El típico momento de tu vida en el que un chico te aporta unas cosas, pero otro te aporta otras y no puedes elegir entre ninguno de los dos.
La verdad que, para ser una novela de género juvenil, me ha gustado mucho más de lo que me esperaba, aunque sí que es cierto que, en algunos aspectos, hay partes que me parecen demasiado infantiles pero es normal, por la edad de los protagonistas. Veremos a ver cómo continúa el tercero…
¡Un saludo a todos!